27.12.10

Divagaciones existencialistas

Desde chiquita descubrí que uno es bueno en la vida en lo que decide ser bueno y malo en lo que quiere ser malo. Yo decidí que no me gustaban las matemáticas y me volví retrasada mental para los números y cuentas de manera que los profesores de matemáticas tuvieran que aceptar que era incapaz de factorizar más allá de los binomios cuadrados perfectos (por los que me interesé sólo porque tienen un nombre precioso) o que me pidieran que entendiera qué putas es un límite (una línea con un hueco que sigue siendo una línea contra toda lógica). En este punto debo confesar que me gradué del colegio, primero porque en general el colegio es muy malo en esta materia y segundo, porque le juré al profe, que era un bacán, que jamás me dedicaría a profesiones de las ciencias exactas, promesa que cumplí a cabalidad.

Curiosamente, y aunque sin lógica alguna, decidí también que iba a ser muy buena para la física y así fue. Al salir del colegio y tras haber obtenido el puntaje más alto de mi icfes en tres materias por igual (inglés, filosofía y física), me orienté por un estudio académico relativo a las primeras dos, mientras que mantuve contacto con la tercera por mi cuenta, leyendo libros que podía entender relativamente bien y que cada vez más me fueron llevando a investigar por temas de lo muy pequeño y lo muy grande. A teorías de cosmos y caos.

Últimamente no, porque están repitiendo los capítulos de la temporada pasada, pero normalmente los miércoles en la noche estoy sentada viendo “El Universo” en History Channel. Desde luego, no soy una experta ni mucho menos (una persona que difícilmente cuenta hasta cinco no puede ser por definición muy buena en física), pero el programita me ayuda a repasar lecturas que he realizado en los últimos 10 años sobre el tema por simple curiosidad.

La razón por la que me gusta la física es porque está intrínsecamente relacionada con la filosofía. Y no es que yo sea filósofa o que sepa filosofar, pero conservo intacto en mí ese instinto de pitufo filósofo que todos tenemos dentro (unos más que otros, desde luego). Viendo el universo, dedico un espacio de 2 horas semanales al asombro absoluto y a una pregunta filosófica que ha vuelto con dura insistencia a mí desde que tomé yagé hace poco más de un año y que dice: existe dios?

Desde la práctica, yo ya había encontrado desde hacía muchos años una respuesta bastante satisfactoria al asunto: no sé si existe dios, ni lo sabré, por lo que si dios existe, o no, no debe desvelarme mucho ya que exista, o no, yo quiero ser tan buena persona como recuerde ser. Y digo recuerde, porque muchas, muchísimas veces se me olvida que quiero ser buena y soy mala y la cago y en fin… pero supongo que no soy la única a la que le pasa, pues en este mundo uno, si bien es único, dividido en pedazos o facetas, ya está repetido por cientos o miles, bien en el presente, bien en el pasado (y vaya a saber uno cuántas veces más en el futuro).

En estos días estaba en la casa de mi mejor amiga, que no soporta que filosofe (nadie de hecho lo hace), pero por alguna razón milagrosa, ese día no sólo se interesó en mis pseudo disertaciones sobre dios, sino que me pidió que las escribiera y aquí van.

EXISTE DIOS O NO?

Advierto desde ya que este texto no va a concluir en nada, de manera que pido respetuosamente que no se enojen al final, cuando no encuentren respuesta. El que no tolere que me decida por una u otra opción, le pido que deje de leer ya, porque a continuación habrá más preguntas que respuestas.

Se entiende por dios en esta discusión al ser responsable de la creación del universo y de cada una de las cosas en él, independientemente de que lo hiciera a su imagen y semejanza o no. Si bien nosotros, los humanos (y animales y plantas) estamos vivos, dios no tiene que estar necesariamente “vivo”, puede “ser” en otra manera diferente e ininteligible para nosotros. Sin embargo, vivo o no vivo, el dios, para su creación, tuvo que tener una voluntad (impulso, estallido) de creación, de lo contrario dios no sería dios 8no el de la definición inicial) y no tendría sentido seguir esta discusión. Y si dios está o estuvo dotado alguna vez de voluntad creadora, tiene, por necesidad, que estar dotado de una voluntad inversa, es decir, de una no voluntad. Este argumento habla a favor de la existencia de dios, pues explicaría la pregunta de tantos: por qué dios permite que esto suceda? (porque tiene tanta voluntad como no voluntad). También explicaría la extraña existencia de la nada, de la materia oscura, de la muerte y de todas las cosas cuya existencia conocemos como nombre, pero cuya “materialización”, bien como ente tangible o bien como concepto inteligible aún no es posible. Sin embargo, es un argumento facilista a favor de su existencia.

Pasemos a otra consideración. El universo es vasto, vastísimo. Al final del tiempo, en el límite (extrañísima noción) del tiempo, es decir, en la frontera del estallido, se encuentran astros de dimensiones que nos obligan a redefinir el concepto de gigantismo y de violencia. Estos tienen tal tamaño, energía y poder que hacen inverosímil a nuestra pequeñísima e insignificante dimensión humana la creencia de que todo eso pudo crearse por sí mismo. Este argumento a favor de la existencia de dios no es otro que un reencauche de las 5 preguntas de Santo Tomás de Aquino, que en realidad era una misma pregunta formulada de 5 maneras diferentes (qué hay detrás de lo más lejano?, qué empezó el comienzo?). Nuestra incapacidad de respuesta no deja más alternativa que ignorar la pregunta o creer en dios.

Sin embargo, una vez apago la tele y vuelvo a mi vida, todos los días, sin falta, mientras me quito en la ducha el olor nauseabundo de la existencia, lavo platos y limpio la eterna grasa de la cocina o me armo de paciencia para soportar un taco en la autopista o me como un almuerzo delicioso que me empacó mi esposito en horribles cocas de plástico para el trabajo, me pregunto: para qué todo esto? Por qué no puedo conocerme ni a mí misma? Por qué pasar acá años y años repitiendo rutinas, calendarios, palabras, notas musicales, genes, sin siquiera la más remota pista? Para qué tantos colores, olores, sabores, sabiendo que todos están hechos de siempre las mismas partículas básicas, que nunca son muchas, además? Más de lo mismo, todos los días, más de lo mismo y siempre “diferente”. Y por qué? Acaso somos un experimento de un dios macabro que quiere experimentar la materia en todas las(sus) posibilidades? Y si fuera así, por qué pareciera que justo mi especie puede hacer experimentos por sí misma y hacerse las malditas preguntas: por qué?/para qué? Y en caso tal de universos paralelos, no dejaría de ser, nuevamente, más de lo mismo, sólo que en un grado de complejidad un poco más elevado. Otra yo con otra vida, casi igual pero diferente.

Y si fuera verdad que la vida es un sistema escolar tal y como lo creen los que creen en la reencarnación (un alma nace y tiene que ir aprobando vidas como grados escolares, hasta que llega un punto en que le entregan un cartón de graduación y se acaba la vaina porque pasa a ser parte de una masa inidentificable que podría ser dios o el desempleo, vaya uno a saber). O si fuera verdad que uno se muere y lo castigan o premian por portarse “bien” o “mal” (sin entrar en las complejidades del bien y el mal en las que no hace falta redundar pues ya Nietzsche se gastó su preciosa vida en el tema). Pero, y si fuera así, porque ni una sola alma se ha devuelto a contar o intentar contar nada? Porque no he sabido del primer fantasma o espíritu verosímil? Será porque no existe tal cosa llamada el alma? Será porque morimos igual que un mosquito que una ballena? Por qué la muerte de uno la celebro y la otra la lamento más que la de los de La Gabriela? O del Tsunami de 2005?

Finalmente vienen los sueños y el mundo extraño del inconsciente, una especie de cordón umbilical al “molde”, para ponerlo en términos platónicos. O no, una especie de conexión al inconsciente colectivo para ponerlo en términos de Jung. En estos días cenicerodeiddeas.blogspot.com publicó una idea brillante de hacer mitos con los sueños de ese inconsciente colectivo. Yo llevaba buscando esa idea por lo menos 7 años pero no vino a mí. Pero dejemos las envidias de lado y volvamos al tema de dios, porque uno rara vez sueña con dios. O por lo menos yo nunca lo he hecho. He soñado con jesús, la virgen y algunos más que ya murieron, o con mundos perfectos, paraísos, o limbos, pero nunca con dios en tanto que dios. Sin embargo, al tomar yagé, no me cupo la menor duda de que existía y que el sol y su salida gloriosa y las gallinas tenían todo que ver con él. Y no sólo que existía, sino que había que agradecerlo, amarlo. Pero claro, es que en esa fase final del yagé todo es perfecto, como cuando veo El Universo en History Channel y me maravillo con todas esas cosas o muy grandes o muy pequeñas que puedo nombrar pero no concebir (la magia de la física). Pero claro, se acaba el efecto hipnótico de la perfección momentánea y vuelvo a mi cubículo, a mi vida de proletaria snob al servicio de la burocracia tercermundista y se acaban las gracias y vuelven los lamentos. El llamado a la muerte, que si nos atenemos que dios es voluntad y no voluntad es nuevamente dios, uno muy cruel, al que, en sano juicio y llena de preguntas, no me dan ganas de ir en absoluto, ni agradecerle ni mierda, ni amarme ni a mí misma.

Y si existiera, y fuera el amo y señor de todo, hasta mi rebeldía sería su voluntad y entonces qué fracaso de mundo, que peye de creador. Pero confío en que no es así, porque no quiero odiar al mundo así me la vuele, ni quiero que él me odie a mí y después me de un cáncer de huesos o una enfermedad bien horrible, porque lo que sí es más cierto es que uno va tejiendo su vida palabra a palabra y yo he dicho muchas cosas feas en esta vida y siempre, siempre se me olvida ser prudente, generosa, respetuosa y a cambio me quedo con este ser que lanza preguntas compulsivamente y se llena de indignación ante el silencio de los sabios.

9.11.10

tercer nivel

Estuve en un lugar nublado, sin poder ver allá más que la hora siguiente. De pronto, comprendí que no se trataba más que del retorno a un camino abandonado desde la infancia: el del corazón.

Todo vuelve a cobrar nitidez y por fin logro verme como si fuese otro, como si hubiera encontrado la llave correcta a una puerta. Una que en vez de servir para salir, dejó que entrara todo lo demás: lo que me hacía falta y otras cuantas cosas.

Tal vez tardé 30 años en descubrir lo más difícil de aceptar sin más: el amor a uno mismo. O tal vez llevo 30 años intentando en vano olvidar lo que siempre ha estado ahí. Empiezo a creer saber por fin quién soy, qué quiero y qué no, y fundamentalmente a estar bien con esos hechos.

Mientras escribo, viene mi marido a decirme que cierre los ojos. Siento un olor a gorgonzola que se acerca y me derrite, como luego yo a él en mi boca.

****************

Guardaré tus secretos para siempre. Viviré con ellos una vida entera. Me recordarás en los momentos más vitales, y yo a ti, manteniendo siempre presente que soy humana, que el dolor existe, también el placer. Espero morir en tus brazos tranquilamente, sin sentirme culpable por desvanecer en lo desconocido, dejando atrás esta vida loca que es la vida.

Viajaremos en un cangrejito rojo por el país. Te preguntaré qué comen los cangrejos y me dirás que comida de mar.

27.10.10

Violencia Sexual en Medellín

No podría gustarme menos el periodismo. No veo noticieros ni leo prensa porque me aburren e indignan la mayoría de veces. Esto a continuación no lo hago con ánimos periodísticos. Lo hago porque, sencillamente, por mi trabajo, a veces tengo acceso a información que me genera inquietudes y quiero compartirlas con los esporádicos lectores de este intento frustrado de blog. Por primera vez este año, dejaré de lado mi estúpido y aburrido querido diario y les compartiré algunas de las cifras con las que me ocupo en mi día a día.

El segundo semestre de 2009 hubo 396 violaciones denunciadas en Medellín. En el primer semestre de 2010 hubo 324, 72 menos, una reducción del 18%.

El 90% de violaciones en este primer semestre de 2010 fue a mujeres, el 10% a hombres. Esto quiere decir que por cada hombre que violan, violan a 9 mujeres en Medellín.

La probabilidad de que violen a una mujer según su edad, es igual de alta entre los 0meses y los 26 años. Mujeres después de esa edad es poco probable que sufran una violación (puff, me salvé). La probabilidad de que violen a un hombre adulto es bastante baja. El 68% de los hombres violados en esta ciudad son menores de 9 años. Tenaz. Eso quiere decir que más del 75% de las violaciones en Medellín, tanto para hombres como mujeres, le suceden a niños y bebés.

Donde más violan en Medellín es en: Aranjuez, San Javier y Popular, en orden descendente. No hay ni una sola comuna de la ciudad (y eso incluye al Poblado), donde no se haya presentado ninguna violación. Donde menos violan es en Palmitas, donde no violan (lo dudo mucho) o más bien, no denuncian, pues durante un año no se ha presentado ni un solo caso. Le sigue Santa Elena, que en 6 meses se denunciaron 3 violaciones, todas de mujeres.

El mes en que más violaron de este primer semestre de 2010 fue marzo, que se llevó un 24% del total de violaciones (79 casos). Y los días en los que más se viola son domingo y lunes. A las mujeres las violan más los domingos. A los hombres (o más bien niños) los lunes. Ambos días llevándose el 18% de las violaciones en cada caso. Curioso...

Para cerrar, donde más violan es en las casas, para contradecir el imaginario común de la amenazante calle oscura y solitaria. A los niños y bebés los violan principalemnte en sus casas. En espacio público se presentaron solamente el 10% de las violaciones denunciadas, casi todas de mujeres jóvenes. En el 52% de todos los casos, el violador es alguien conocido. Curiosamente, esta cifra cobija a casi todos los hombres violados, mientras que al 38% de las mujeres las violan desconocidos.

Me voy a ahorrar las conclusiones que puedan surgir de esta información. Cada quien saque las suyas. Sólo un par de consejos: cuiden a sus hijos y ojo con las personas que llevan a sus casas o las casas que visitan!

27.9.10

Cero y van Treinta

Mi primer diario me lo regalaron para mi cumpleaños número 5. Era amarillo pollito con letras rococó color escarlata que decían: Mi Querido Diario.

Me la pasé 2 semanas intentando comprender su función. Le preguntaba a la gente qué se suponía que debía escribir en él y me daban respuestas como: tus sueños, tus deseos, tus sentimientos, cosas que te pasen. Como desde esa época yo ya consideraba que mi vida se fundamentaba principalemente en dos pilares: el aburriemiento y la estupidez, consideré que nada real merecía ser consignado en mi querido diario. De esta manera, lo primero que escribí fue un sueño excitante que tuve la noche anterior. Yo era una mujer adulta, muy bonita, en un barco en una tormenta en la mitad del mar y un hombre joven y apuesto (que aún no he conocido) venía a rescatarme. Recuerdo el sueño aún hoy gracias a haberlo escrito.

Perdí primer querido diario, junto con otros dos que le siguieron y otras cosas de valor sentimental (fotos, cartas, etc.) a la edad de 16. Regresaba a Colombia tras un intercambio escolar y la DIAN decidió que si quería conservar mis memorias, debía "importarlas" al país. Mis papás consideraron que el millón de los impuestos era más costoso que mi autobiografía y de esta manera me quedé sin pasado remoto escrito.

Sólo recuperé la tradición de documentarme a mí misma hasta los 18, cuando, habiendo terminado el colegio, y teniendo a Bogotá como nuevo destino a conquistar, decidí retomar viejas costumbres de escribir mis aventuras por el mundo. Continué la tradición hasta los 25, que regresé nuevamente de Alemania a Colombia, esta vez guardando mis 5 diarios en la maleta de mano y conservandolos aún hasta hoy en un cajón en la casa de mis papás. Desde entonces, se acabaron los queridos diarios y ya sólo escribo mis estupideces y aburrimientos en este medio virtual.

Hoy, a pocos días de cumplir 30 años, son los diarios que conservo y no conservo los que podrían darle la unidad a mi vida que hasta ahora no logro atar. Veo cabos sueltos en mi última página de hotmail, donde conservo mails de viejos novios, amigos, amantes y demás, que incluso había "olvidado". Los leo y me mareo. Siento que mi vida es un carrusel, donde los caballos sin duda alguna son diferentes pero al final todos dan lo mismo.

Mi presente es esperanzador, podría decirse que fui capaz de "salir adelante", de convertirme en una persona de "bien" (sólo porque "bien" hoy en día significa declarar renta, el resto a nadie parece importarle), pero a mis ojos sigo en el mismo punto que a los 5 años. Miro la página en blanco y me pregunto qué es lo importante, si hace falta hacer mis consignas estúpidas y aburridas, si la vida de un ser humano corriente tiene mérito, si debo hacer un esfuerzo en ser extraordinaria para que me lean, para que me escuchen, para que mi vida tenga sentido o valor. A veces, en intentos desesperados, logro escribir algo ppor fuera de mí misma que podría resultar excitante. El resto, como ya saben, es la cotidianidad de mi vida, la verdad de mi autointerpretación, en tres palabras: mi estúpido querido diario.

¿Para qué me escribo? Es una pregunta que me he planteado desde que me enfrente a ese primer querido diario, cerrado con llave, que quería aludirme a guardar secretos. pero no, no me escribo para guardar secretos. Me escribo para que mi vida no pase en vano, para que cuando cambie y me transforme en otro ser, como tantas veces me ha sucedido, tenga información de primera mano acerca de esa otra "yo" que ya no está, que se fue. Escribo para conservar la memoria de tantos amores desvanecidos, tantas amistades silenciadas, tantos epidodios escondidos en algún misterioso lugar de la memoria. Escribo para que el dolor que ya no duela, para que tanto pasado, tan pesado, no pese.

La "yo" de 5 años del querido diario extraviado que he perdido para siempre y la de 30 que teclea en este instante, que mañana será otra, una desconocida, o una muerta.

¿30 años y quién soy? Tan sólo episodios sueltos, como capítulos de una serie en desorden, que se entienden sólo porque hay unas constantes en los personajes, que envejecen, que son reales, que cada día viven uno menos y cada año se acercan más al final. Todos me toca verlos a mí, olvidarlos a mí, tergiversarlos a mí, escribirlos o no a mí. Tal vez por eso sea "yo" y esta sea "mi vida". Yo soy mi querido diario.

Es muy triste que eso no le importe a nadie. Corrección: que sólo me importe a mí. Yo y mi vida. Yo en mi soledad. Yo en permanente transformación. Mi yo pasado en diarios perdidos, más queridos que nunca. Mi yo presente en una pantalla impersonal. Mi yo futuro imposible de adivinar.

9.9.10

El mundo al revés

Y si todo fuera diferente? Si las definiciones que he elegido, las verdades, estuvieran todas mal? Si de verdad existiera un ser dotado de una voluntad incomprensible, con tal poder sobre la energía y la materia, y con tal tamaño y resistencia para crear el magnetismo y la gravedad, con tal longevidad para llevar el universo a la explosión, la implosión y nuevamente otra explosión y así muchas veces? Si de verdad existen el infinito, la nada y la eternidad? Si mi vida tuviera sentido? Si realmente hubiera un deber moral universal? Si no existiera la casualidad, ni la coincidencia? Si hubiera una contrafuerza, igual o casi tan poderosa, que amenazara todo lo que conocemos y amamos, que quisiera destruirlo o apoderarse de todo esto? Sería un mundo al revés, o sería el mismo y la diferencia sólo viviría dentro de mí? O sería un mundo paralelo? O un mundo al revés?

Qué significa que soñara anoche que una orca me perseguía para matarme en el fondo del mar y de repente recordara que yo era más poderosa sobre la tierra y saliera a la superficie y escapara ilesa? Por qué, si quería matarme, no logré odiar la ballena? Es todo culpa de Free Willy o hay algo más allá?

Qué significa que la semana pasada soñara que debía proteger y esconder a una señora alemana, gorda, fea y como medio retrasada, de otras señoras alemanas malas, feas, flacas y con cara de malvadas? Qué significa que como vía de escape escogiera un río de corriente rápida y que a cambio del favor de salvarla, la señora me regalara una pequeña y curiosa piedra verde que se suponía era la "piedra del tiempo"?

Por qué dentro de nuestras pequeñas y frágiles cabezas existe un mundo tan complejo (o más) que el mismo universo? Por qué, si somos portadores de esa cabeza, que nos da identidad, se nos escapa tanto sobre nostros mismos? ¿A qué se juega en este mundo? ¿Cómo se gana si al final todos perdemos todo sin remedio? ¿Hay una salida más digna e indigna al tiempo que el suicidio? ¿Hay otro umbral de escape o ambigüedad alternativo?

Alguién conoce la salida de este lugar vasto e infinito? Es la muerte una salida, o sólo un final? Nos dirigimos tras la muerte al mismo "lugar" del que vinimos antes de ser concebidos? Por qué, si estas son preguntas de mayor importancia para el ser, me paso el 70% de mi tiempo resolviendo preguntas cómo: estoy muy gorda? qué me pongo hoy? qué voy a comer de almuerzo?, voy o no voy?. Si ya sé que todas (o casi) me pasan por bocona, por qué no logro pensar antes de hablar?

26.8.10

La propia nubecita

Un pollito viaja en una vespa azul celeste. "Se montaba en su nube, en su nube voladora". Grito te quiero, él mira arriba y me lanza un beso. Cuando desaparece por la calle, aparece a cambio una mariposa azul brillante. Morphos azul. La mariposa esta aparece a veces como una epifanía de momentos románticos de nuestro amor. Me gusta interpretarlos como signo de que el cosmos nos aprueba. Eso, desde luego, sé que es pura güevonada. En realidad creo que al cosmos sólo le puede importar lo que me pase, como a un científico le importa lo que le suceda a su conejillo de indias. Y aunque esto es lo que creo, hago caso omiso. No sólo de pan vive el hombre, y menos la mujer.

Hoy el pollito me pidió que lo acompañara al banco de occidente (ni hablemos del motivo) pero como me duele el brazo, porque me lo aporrié hace 12 días en un pequeño suceso de caída, decidí no acompañarlo. Cuando oí el ruido de la moto, salí rápido a
repetir la escena, pero dudé mucho entre si hacerlo o no y cuando por fin me decidí, ya era demasiado tarde.

13.8.10

This city is killing me

Creo que estoy más cerca de lo primitivo que de lo civilizado y que en esto radican todos mis problemas.

Vivo en una ciudad de limbo que tolera algunas de mis excentricidades pero me culpa y condena por no compartir algunos de sus gustos más prioritarios como la misa o el hogao.

Nada de esto importa realmente. Yo permití que me abandonara la persona que más he amado porque estaba convencida que mi amor a la mi tierra era más grande (exceso de carlos vives o juanes aunque no me guste ninguno, tal vez?). Tal vez.

Trabajo 10 o más horas al día en un cubículo de una oficina en el que no me entero cómo está el clima. No tengo derecho a quejarme porque estoy en la cúspide de la pirámide social y todos los que están debajo viven peor... dicen.

Salgo a la calle y me encuentro con una ciudad sin memoria. Iglesias llenas cualquier día a las 7 a.m. Gente desayunando todo tipo de frituras. Millones de vendedores ambulantes.

Cuando era chiquita me prometí a mí misma ser alguien importante. Hoy esa promesa hace eco en mis sueños y me despierto para comprobar que lo traiciono todo, incluso a mí misma y que eso es lo único que tengo.

Estoy al borde de los 30 y paradigmas comienzan a derrumbarse estruendosamente: deja de importarme la belleza y me veo engordar con indiferencia. Dejo de procurar ser artista y me conformo con mi anónima irrelevancia. Deja de ofenderme tener un flickr y blog desolados y escribir virtualmente para mí misma. En pocas palabras, empiezo a sentirme cómoda con el sinsentido, deja de parecerme estúpida mi estupidez y empiezo a encariñarme con lo normal, a sentirme target de lo mediocre, empieza a gustarme la tv.

Es todo producto de la ciudad, de esta Medellín, que no deja otra opción que irse o rendirse.

Y me rindo, sólo que lo anuncio ya un poco tarde.

10.8.10

Lovestory Parte Uno

Se estaba mirando al espejo cuando sonó la puerta.
-Dude, door is open, dijo.
Enseguida entró Evan. Lo miró y le preguntó cuando pensaba afeitarse la chivera.
-Don´t know. I´ve had it for 3 months now and i´m kind of used to it –respondió.
Evin se burló, le dijo que parecía un chico y que si no salían ya iban a llegar muy tarde.

-What´s the name of the guy we´re going?
-Pancho- respondió Evan.
-And you say he´s cool.
-Yes he is, most def he is. He plays guitar like a pro and has always pot at home.
-Ok, let’s go then and see what happens tonight.

Yo estaba en la cama de Pancho, sentada muy pegada a él porque el cuarto estaba lleno de gente. Pancho era mi amigo, pero todo el mundo al principio creía siempre que éramos algo más. La verdad es que nunca nos dimos un beso o tuvimos un “momento”. Éramos sólo amigos, muy buenos amigos. Tanto, que nos importaba poco lo que dijeran o pensaran. Igual, con el tiempo, los que nos conocieran se iban a dar cuenta que no pasaba nada entre los dos.

El cuarto de Pancho no era especialmente grande, pero esa noche estaba lleno de gente. Casi siempre había gente visitándolo porque era muy popular, una de esas personas que todo el mundo quiere. Esa noche habíamos fumado y bebido y yo estaba algo mareada. Intenté reposarme. Me acosté en la cama y puse mi cabeza en un de sus piernas, pues en la otra él estaba enrollando un Joint. Entraron más personas al cuarto. Entre ellas, un tipo altísimo, blanquísimo, con una chivera larga e intensos ojos azules. Yo quería mirarlo bien y hablarle, pues estaba claro que me gustaba, pero antes quería vomitar.

Me paré como pude y fui al baño. Primero vomité, luego cagué. Salí del baño e intenté regresar al cuarto de Pancho. Con tan solo entreabrir la puerta, llegó un vaho de olor a cigarrillo y fiesta que me alborotó nuevamente las nauseas. Decidí salir. Afuera hacia 15 grados, pero aún así era mejor el aire fresco y frío. Me quedé dormida en un sofá de la terraza.

Al rato sentí voces a mi alrededor.
-She´s Panchos girlfriend, leave her alone dude.
-She´s pretty.
-Yeah she is, leave her alone.

Creo que en ese momento abrí los ojos y vi al de la chivera muy cerca de mí.
-Gehts dir gut? (estás bien?), me preguntó con voz suave.
-Ja danke (sí, gracias), contesté un poco asustada. Mir ist kalt (tengo frío), agregué.
Hubo un silencio corto en el que él tomó distancia y pude verlo a él y a su otro amigo. No entendí muy bien qué hacía tan cerca de mí.
-Ich gehe jetzt rein, (voy a entrar ahora), dije.
-Ok, ciao. Machs gut (ok, chao. Que estés bien), dijo.

Y se fue. Se fueron. Yo no dije nada más.

Entré al cuarto de Pancho y la fiesta seguía. Comencé a sentirme mejor una vez me calenté. Pancho tocó guitarra, como siempre, Irvan lo acompañó con los tambores y cantamos. Esa noche dormí en casa de Pancho.

Al otro día, cuando nos despertamos, le pregunté quién era el tipo de la chivera.

-No lo conozco.
-Nunca lo habías visto?, le pregunté
-Sí, una vez antes. Pero sólo hasta anoche nos presentaron.
-Y qué sabes de él?
-No mucho. Que es gringo y que es amigo de unos amigos.
-Dónde vive?
-No sé. Por qué tantas preguntas? Te hizo algo?
-No, anoche lo vi afuera en la terraza. Creo que me estaba espiando mientras dormía. Pero no hizo nada.
Entonces Pancho hizo un mmm y no dijo nada más.

Al día siguiente, que era sábado, llegué a las 5 de la tarde a casa de pancho. No le había avisado que iba a ir. Cuando me abrió la puerta me miró de pies a cabeza.
-Y a ti qué te pasa que estás tan arreglada?
-Es que presiente que hoy lo voy a ver.
-A quién?
-Pues al gringo.
-Ah sí? Y en dónde?
-Aquí en tu casa.
Pancho se rió.
-No querida, acá no será porque yo tengo que salir a trabajar a las 7.

Sentí una enorme vergüenza por estar tan arreglada para nada. Pancho lo debió notar porque me dijo:
-oye, pero si estás linda. Puedes ir a cualquier parte y pasarla bien.
-de hecho tenía una cita.
-Con quién?
-Con los sudtiroler. Se supone que vamos al Shamrock esta noche. Pero la verdad es que quería cambiar de planes.
-Bueno, si no te molesta, Stavros debe estar que llega y con él vamos a ir a una Grillparty antes de que tenga que salir al trabajo. Si quieres, vienes con nosotros.

Y justo en ese momento Stavros entró. Stavros es aún hoy uno de los sujetos más extraños que haya conocido. Pálido como la muerte, con ojos muy abiertos y pupilas muy dilatas a causa de su traba permanente, con espíritu frenético y expresión de psicópata. Además inteligentísimo. Me gustaba su compañía aunque nunca dejé de sentir miedo a su lado. En parte porque sabía que estaba enamorado de mí. No sólo me daba cuenta, sino que Pancho me lo había dicho, a modo de advertencia.

Nos montamos en el carro del que Stavros era chofer y nos dirigimos un lugar para mí desconocido. Cuando llegamos, se trataba de alemanes celebrando una de sus fiestas aburridas. Pancho, Stavros y yo nos sentamos en una esquina de las mesas y nunca llegamos a conversar con nadie más pues éramos los únicos extranjeros. Al rato, Pancho anunció que debía salir para el trabajo. Aburrida, como estaba, consideré irme con él y buscar otro destino. Estaba ya recogiendo mis cosas cuando entró el chico de la chivera sin chivera. Venía otra vez con su amigo.

Mi corazón empezó a latir fuerte. Le dije a Stavros que ya no me iba, que ahora me quedaba. Se disgustó e hizo una cara como de querer matarme y se fue a llevar a Pancho, quien desde la puerta me gritó “ahí tienes lo tuyo”. Le mandé un beso por el aire, se rió y se perdió de mi vista, con Stavros, para mi fortuna. Me quedé sola en la fiesta y escogí posición estratégica al lado de la caja de cerveza. Tarde o temprano los gringos tendrían que venir por una.

Mi estrategia funcionó a la perfección. Me preguntó si podía coger una cerveza. Le dije que no eran mías pero que adelante.
-Du bist Panchos Freundinn, nicht? (tu eres la novia de Pancho, cierto?)
-Nein, bin ich nicht. (no, no soy). Wir sind nur gute Freunde. (solo somos Buenos amigos)
En ese momento vi por primera vez su sonrisa.

29.7.10

imágenes relatadas

tomad y bebed todos de él. ese es un ejemplo de una imágen bíblica que tengo en mi cabeza desde chiquita y que me horroriza. efectivamente veo un cuerpo en una mesa, abierto de par en par, con órganos nadando en sangre y 12 apóstoles comiendo y bebiendo de él hasta saciarse.

me pasa algo parecido con los chistes, que no los entiendo. todos se ríen y yo me imagino siempre lo literal. carezco de una dimensión.

y no es que no me ría nunca, para nada, soy una sola carcajada. es sólo que encuentro la gracia, el humor, en cosas muy simples o irónicas. o en locuras.

es una peligrosa combinación, pues hacen de mí un ser extraño, que muy pocos tienen certeza de que les agrada. alguna vez escribí un intento de poema que hablaba sobre un trago amargo que algún día alguien me hizo beber. Hoy se me ocurre que el trago amargo lo doy yo.

Sólo me he ganado una lotería de desgracia y no quiero otra. Hay personas en cadenas perversas hacia la miseria, hay otras en estrellas fugaces a la gloria.

Nada mejor que escribir después de una cagada monumental.

11.6.10

No me digas tu nombre

Tengo un amigo que me dice labababilla. No sé qué es peor, si baba o babilla. Tengo otro que me dice que yo no tengo concepto de un culo. No sé si sea mejor cambiar de amigos.

En realidad me llamo laura, pero prefiero l. Entre más corto el nombre, mejor. Acaso sea una proyección de cuánto le dure a uno la vida y qué tan clara se exprese. Laura es suficiente. Ni longevo como Maria Catalina Gardeazabal, ni tan trágico como Ana. Pero es confuso, Claudia? Clara? Paula? No les veo el parecido, pero me sucede a menudo. Lo peor es que tampoco genera tanta recordación como Bianca Eroti, por ejemplo. Quién podría olvidarse de una Bianca Eroti por favor? A cada rato me dicen Luisa, a veces incluso Lina. Supongo que Laura es un poco insulso y acaso he fortalecido mi carácter al punto de evitar que el mayo número posible de personas me olvide? Is it anybody outhere. A veces soy como el sol en un día nublado, frío y lluvioso que todos olvidan con las distracciones que ofrece la moderna vida sedentaria.

Tuve un novio que me decía laurasita y me hablaba con voz suave como susurros de promesas doradas que hicieron eco en mi corazón. Ahora tengo uno que a veces deja escapar un sencillo “pequeña”. Y me gusta porque se adapta perfecto a mi irónica grandeza amorfa e insignificante, cuando no soy más que una “pequeña” l.

Nunca nadie me ha llamado fonéticamente. Ele. Me gustaría más que Laura?
Tampoco he tenido apodos. Siempre me han dicho Laura. Algunos han intentado decirme Lauris, Lauri o Lali, pero se frustran tarde o temprano. Un colombiano en Alemania me decía que yo era peligrosa por traicionera. Tal vez nunca me gustó él porque era sincero (además de Uribista y cizañero) y sus palabras sin filtro herían mi ética y vanidad. A lo mejor necesité una dosis más fuerte de su parte, pero la evité a toda costa, cobardemente. Tal vez porque me hacía sentir el dolor que produce el veneno del juicio que aplico todos los días a todo. Del dictamen final con el que ordeno y concluyo. Laura! Puro imperativo. Sin diminutivos. Como un dolor intenso de un segundo. Cuando en realidad no es más que un caos sin pies ni cabeza, que se esconde bajo ese palito con ese puntico con carita de yo no fui.

Ya dije una vez que l de lila, loo, love y libertad y así fue. Ahora digo que l. y sabrá dios cuando decida regresar a las novelas. Es una ansiedad que me carcome por dentro, pero me encuentro vacía, breve, acaso sea la mejor oportunidad para redefinirme, para encontrarle nuevos significados a esa l.

lila ya no existe, loo hace rato se esfumó a un mundo paralelo de papel maché, love is in the air y por esto sólo me quedé en esta libertad tan abrumadora, que tras volar como efímera flor insignificante, me llevó a aterrizar y echar raíces. Estoy esperando la cosecha de mi siembra arriesgada. Mucha lluvia o verano. Esta vez mejora el sexo pero empeora la convivencia. Ayer me dijo que prefería botar el yogur antes de dármelo a mí (yo se lo había pedido insistentemente, pues él le quiere echar leche y con eso arruina su esencia de único yogur decente en Colombia. Es como matarlo! Para esa gracia puede comer kumis, que es exactamente lo que él va a hacerle a aquel pequeño y delicioso yogur que yo disfrutaría mucho más que él tal como es. Pero a él no le importa, él cree que es indiferente que vaya a matar el yogur sólo porque cree que porque compré dos, uno es para mí y otro para él. Y yo le concedo ese derecho… Es ciego ante la justicia y la equidad de quién se merece más ese yogur. O soy yo quien tiene la venda del egoísmo en los ojos? No, debí desde el principio decirle que estaba loco, que los había comprado sólo para mí y no oír sus reclamos y comermelo sin remordimiento –principio de la mejor defensa es el ataque- pero ya es muy tarde. Ya le otorgué ese derecho y ese yogur está más disputado que la franja de gaza y no se permiten provocadoras reclamaciones humanitarias).

En fin…

9.6.10

Un hombre maltrata su sombra,
la arrastra como a un esclavo negro,
la desprecia sin dirigirle una mirada.

Veo al perro más allá del perro
un gato muerto no es nada más que un cadaver,
visible pero insensible, imposible,
ya inexistente.

Espero en vano que ocurra un milagro que ya ocurrió,
que ocurre cada día
ante mis ojos ciegos.

El encanto y la poesía son invenciones
de enamorados
de locos
o de sabios.

Sólo una mujer podría explicar
la más cruenta de las guerras.
Sólo el amor es
una justificación válida para la tragedia.

Hay dolores efímeros
punzantes y reales.
Hay finales inconcebibles.
Hay preguntas detrás de cada pregunta
esperando
como soldados valientes de la curiosidad.

2.6.10

Ahora no hay forma calidoso!

El problema de Mockus es que en el fondo no es colombiano, no es apto para reaccionar bien a grandes presiones negativas. Se exaspera y entorpece, como cuando le echó el agua a Serpa, cuando se agarró a golpes con detractores en su campaña para alcalde de Bogotá. La única vez que salió bien fue con la bajada de pantalones. No sabemos si va a correr la misma suerte cuando le toque dar un golpe de gracia definitivo a este país. Lo que sí es seguro es que este país le pudo perdonar la derrota, pero no su discurso. No su incapacidad de improvisar. Si Mockus estuviera en un país más predecible, acaso Lituanía, sería un gran líder, pues él, tras profundas reflexiones, es brillante. Pero al ritmo vertiginoso colombiano lo abruma, lo confunde, le impide reaccionar acertadamente la mayoría de veces. Es un riesgo muy grande y por esto la gente prefiere no arriesgarse.
60 años de guerra con la guerrilla no son tan fáciles de perdonar. Este país tampoco está listo para el perdón. Sólo un poco más del 20% puede perdonar, o comprende que guerra acarrea más guerra o que sencillamente que alimentar el odio es más nocivo y alguien tiene que ceder y ellos están listos a empezar. Eso explica por qué son tan pocos y por qué los medios y las encuestas sobreestimaron la población de este país.

La mayoría, es pasión, como bien dice la campaña presidencial. Está sedienta de rojo, de sangre y venganza, de carnaval y olvido. Santos me parece un mercenario. De Uribe no me cabía duda que lo animaba su situación personal para la guerra, que había sido la obsesión de su vida, que representaba la de tantos otros. Pero en Santos sólo veo a un vendido, a alguien sin dolores personales, pero suficientemente ambicioso para dirigir una guerra a sangre fría sólo por sentarse en la cabeza de un poder.

Nuevamente, no encuentro por quién votar.

27.5.10

Autorretrato

Tiene ojos que lamentan haber visto tanto de lo mismo, una sonrisa que ya casi sólo surge cuando hay ironía. Gusta de los niños y los perros, pero sólo por momentos. Ha olvidado si alguna vez supo qué era el amor.

Le atormentan pensamientos rabiosos de venganzas que nunca llevará a cabo. Los realiza frente al espejo, en el que se concentra en su expresión de soberbia, mientras a su alrededor alcanza a ver todo un mundo hipotético confabulado a su favor. Sale del baño arrepintiéndose de guardar tales sentimientos y se imagina que mientras tanto deben estar promoviendo un cáncer o atrofio en cualquiera de sus órganos. Sólo entonces recuerda la importancia de dar las gracias, aunque mayoría de las veces falla en darle a esta palabra su verdadero significado.

No le gusta la cebolla. No cree en fantasmas. Lamenta no tener más tiempo libre para jugar volleyball, cantar, bailar, escribir y dibujar. Sube y baja todos los días siete pisos en ascensor y, ocasionalmente, cuando éste se daña, lo hace por las escaleras.

Detesta las misas y ceremonias religiosas de cualquier índole desde que tiene memoria. Se afeita sólo cuando es absolutamente necesario. Es incapaz de entender los chistes de doble sentido.

Carece de tacto en su trato con la gente, peca por exceso de sinceridad y sufre a raíz del dolor que causa a seres queridos y los reclamos a lo que esto conlleva. Siempre ve lo malo antes que lo bueno. Aún así no se considera pesimista ni depresiva.

Hoy en día no tiene un color favorito, no sabe qué animal le gusta más, nunca ha votado y se queda fácilmente dormida en situaciones que encuentra de poco interés.

No sabe si se considera o no feliz, desconoce el sentido de la vida, le cuesta mucho darle un sentido a la propia. Preferiría tener un trabajo en el que pudiera dedicarse a pensar en el sinsentido de la vida de todo y todos y transmitirlo, pero en la vida real es burócrata de tercera categoría de un estado tercermundista. Aunque es consciente del absurdo, ejecuta su trabajo con suma responsabilidad y espera ansiosa la consignación a fin de mes. Se gasta un quinto del total en una terapia con sentido directamente proporcional al de su vida.

Aguarda grandes expectativas y trata de no sentirse frustrada al ver que no llegan.

A pesar del paso del tiempo sigue sintiendo que no encaja. Se ha hecho tras casi 30 años por fin a la idea de que tal vez nunca lo hará.

24.5.10

¿Qué es ser colombiano?

Es una pregunta que me he hecho muchas veces y que aún no logro responder a cabalidad.

Haber nacido en Colombia, dirán unos. Y yo les contaré de tantas personas que conozco que nacieron acá y no saben español. Eso no es ser colombiano.

Pertenecer a Colombia, dirán otros. En esta respuesta puedo detenerme un poco más. Me parece, en principio, acertada. El problema está en definir qué es pertenecer. ¿Basta decir con que uno pertenece para pertenecer? Me parece que no es tan sencillo. Que en el pasaporte diga que uno es colombiano, tampoco es garante de nada. Se puede ser colombiano, sin ser colombiano, pienso yo. Me explico, se puede haber nacido, crecido, vivido toda la vida dentro de los límites territoriales de este país y aún no ser de este país. Ese es casi mi caso, con excepción de 5 años que viví por fuera, y aún no me siento colombiana.

¿Qué me siento entonces, si no Colombiana? Si duda alguna paisa. Más paisa que la arepa, eso sí. Aunque no conozco todos los rincones de mi bella Antioquia, sí muchos. Hablo este idioma, entiendo esta cultura (a pesar de mí misma) y me como contenta su comida, así como canto enteras algunas (la verdad muy pocas) de sus canciones. Pero Colombia… la sola palabra me parece remota. Sé muy poco, cómo entonces podría auto designarme co-lom-bia-na? Demasiadas sílabas para un ser de tan corto alcance como yo.

En una semana hay votaciones para los colombianos. ¿Que por quién voy a votar yo? (sí, ya sé que nadie me está preguntando, pero aún así voy a seguir haciendo como si alguien lo estuviera haciendo). Pues por nadie. No voy a votar. Voy tranquila por la vida, contestando sinceramente, como sólo sé hacerlo; y alrededor mío todo (casi) el mundo (otra exageración) se escandaliza. Unos me amenazan que luego no puedo quejarme del presidente que quede, otros que cómo me atrevo a rehusar ejercer mi derecho y finalmente unos cuantos que qué desperdicio ese votico (pensando sin duda alguna en los que le quedarán haciendo falta a su candidato).

No es sólo que esta constelación de candidatos no me resulte particularmente atractiva (es cierto que no lo hace), es que ser colombiano, como ser de cualquier parte del mundo (el solo hecho de tener una etiqueta en un papel insulso llamado pasaporte) es una trampa. Una en la que no pienso caer. Ya tuve que caer en la del sistema educativo a la fuerza (comenzó con gritos suplicando no ir a la guardería y terminó recibiendo un grado por correo porque detesto las ceremonias de ese tipo). Ahora que puedo, voy a rehusarme a caer en la trampa del sistema democrático.

Cuando uno nace, se tiene que acoger a las trampas de la vida o morir. Yo soy demasiado cobarde como para darme muerte a mí misma o provocármela vía terceros. En verdad, quisiera ser aún más valiente y rehusarme, no a partir de negaciones, sino de acciones. Desde luego, el temor de cometer estupideces extremistas (aunque sumamente bellas) como los aviones estrellados contra las torres gemelas, me aseguran un siempre cómodo puesto de pasajero gratuito, de inconforme inactivo, de mediocre refunfuñón. Y eso soy, tampoco aspiro a más.

Pero esa cuota de inacción es suficientemente saboteadora y escandalosa para hacerme feliz (feliz? No estoy muy segura que esa sea la palabra, tal vez la palabra que defina el sentimiento no exista), y lo mejor: no me garantiza un boleto a la cárcel porque es perfectamente legal. Es tan anónima, que nadie se ocupa de castigarla, aunque muchos la repudien. Yo quisiera que los repudiadores se sentaran a pensar conmigo, o sin mí, pero por lo menos a pensar (por una vez en sus largas vidas) en que no hay que aceptar las trampas, en que esta silenciosa resistencia (no tan silenciosa después de todo), lograría mucho más si muchas más personas la asumieran. ¿Existiría la democracia si el 99% de los votantes no fueran a votar, ni acudieran a ningún discurso de ningún candidato, ni participaran en ninguna encuesta, etc.? De dónde sacarían ánimos los políticos para ser políticos si no existieran los adeptos? ¿Discursos ante plazas vacías? ¿Volantes sin repartir? ¿Banderas asfixiadas en el suelo? La anarquía no existe porque este mundo no es de individuos (aunque la modernidad se empeñe en repetirlo) sino de animales políticos, como bien lo sabía Aristóteles.

Pero nunca me he tragado mucho la baba aristotélica. Si me la tragara, habría creído en el silogismo: “si Medellín es de Colombia y yo soy de Medellín, por ende soy colombiana” y nada de esto hubiera sido necesario. Por lo tanto, aunque me considero animal, no me considero político. A eso se resume mi apuesta (y apuesto a que no es mía, sino que ya mucho antes se la habían inventado), es una lástima que pocos lo entiendan.

En este país hay una nefasta combinación de valores tergiversados con pasiones extremas. Sólo esas palabras bastan para explicar la violencia que tenemos. Habría que cambiar alguna de las dos, pero parece que no es tan fácil. Sólo a un presidente cínico incendiario como Uribe se le ocurre internacionalizar esa llama con una campaña como “Colombia es pasión” y vivir del negocio de la guerra desde el poder. En vez de alimentar esa larva letal, habría que darle tregua, permitirle que en su capullo madurara algo maravilloso, pero no damos tiempo a nada con las invasiones permanentes de esta era. La materia prima se queda en sólo eso y nos preguntamos todavía por qué en medio de tanta riqueza seguimos siendo tan pobres. Mientras tanto, todos se preocupan exclusivamente por quién va a votar uno, pero jamás por la solución a los problemas.

Para terminar quisiera compartir unas cuantas hipótesis sobre los candidatos de esta contienda electoral:

1. El pobre Santos es tan feo que ni siquiera puede salir en sus propias campañas. También podría pensarse que sus campañas son tan malas, que ni él quiere salir en ellas, pero creo que es más acertada la primera hipótesis.
2. Pardo no va a ganar porque no genera recordación. De otra manera, no me explico por qué nadie habla de cuando Escobar lo secuestró en la Catedral y sobornó así a Gaviria para escaparse; o de cuando traicionó una negociación con la guerrilla con el ataque a Casa Verde.
3. Petro es un hombre mal vestido, peinado y hablado. Eso tiene explicación en su pasado guerrillero. Los colombianos no son capaces de elegir a un exguerrillero mañé, así sea más inteligente que el resto.
4. Noemí Sanín no es paisa. Paisa que se respete se sabe el himno de Antioquia antes que el de Colombia. Esto reafirma su fama de traidora.
5. Germán Vargas Lleras es un político natural que nació cuando eso ya no se usaba.
6. Mockus es la prueba viviente de que la juventud colombiana es más facha que la generación de padres y abuelos uribistas, y lo peor es que aún no lo saben.

4.5.10

Vainilla.

Ya lo había visto varias veces. Tantas, que comenzaba a parecerme sospechoso. No tanto de que estuviera siguiéndome, pues era evidente que se trataba de encuentros casuales, sino del destino, que a veces se empeña en insistir con ciertas fichas, hasta hacerlo parecer todo más que coincidencia.

Un día nos saludamos. Fue en las escaleras eléctricas azules de la estación Münchener Freiheit. Yo bajaba y él subía. Yo venía sola, él con amigos. Me estaba dando la espalda y por eso no lo había reconocido, se volteó de repente y nuestras miradas chocaron. Fue un accidente que nos levantáramos la ceja en actitud de saludo, pues los dos sabíamos muy bien que no nos conocíamos. Volvimos a encontrarnos, dos o tres días después, en una discoteca en Alte Heide. Ahí fue cuando tuve certeza de que estábamos alineados en la U6. Él me miraba desde lejos, pero no pasó de ahí.

De la U-bahn recuerdo tres cosas especialmente:
1. Que en un vagón, a casi cualquier hora del día, casi cualquier día del año, uno podía oir el leve golpeteo del zapato de un sujeto con síndrome de pie nervioso, en el extremo opuesto del vagón.
2. Que en la salida de la U6 en la estación Marienplatz estaban las escaleras eléctricas más empinadas y largas que yo he visto jamás.
3. Que en septiembre se convertía en el depósito de vómito y borrachos del Oktoberfest y durante esas tres semanas era el lugar más detestable de toda la ciudad.

Una noche volvía de rezar la novena en casa de mi tía. El frío me obligó a tomar el bus 134, que se metía a dar la vuelta larga por un supermercado verde y amarillo al que nunca entré. Justo en esa estación se subió al bus. Tenía nieve en el pelo, las gafas empañadas y una mirada transparente. Su sonrisa le marcaba unos hoyuelos, que me permitían imaginarme cómo era cuando niño. Esa noche me habló por primera vez. Que cómo me llamaba, dónde vivía, qué hacía, dónde estudiaba y si tenía novio. Contesté todas las respuestas con la verdad y me bajé en mi estación sin devolver ninguna.

El invierno en Alemania es extraño. Blanco. Frio. Me gustaba sentir el deslizamiento de la bicicleta cuando frenaba en seco sobre el hielo. Me gustaba hacer siestas de 4 a 7 p.m. para acortar la noche. Lo mejor era cuando me iba a las antípodas a ver el cielo azul bajo 30 centígrados, mientras los tristes europeos seguían quemándose el culo de frío, fornicando desesperados por ahuyentarse de su perfección sinsentido. Y entonces yo me preguntaba si acaso los seres valían más por el solo hecho de sentir pasión por la vida misma. Quisiera poder recordar a los alemanes con menos desprecio, pero por alguna razón aún ilegible, me resulta imposible. Creo que sencillamente aprecio más la sonrisas que el vorsprung durch technick.

La última vez que nos vimos fue en una fiesta de verano en Studentenstadt. Estábamos sentados frente a frente, aunque en mesas diferentes. Habían pasado meses desde aquella noche en que caminaba con él en una noche fría de primavera camino a casa, a pie, porque no había más U-bahn ni buses. Estábamos a medio camino entre su casa y la fiesta donde habíamos dejado a todos mis amigos. Yo me comportaba como una tonta con iniciativa, pero en un momento de lucidez, en que él caminaba delante de mí, como buen árabe, entendí que nada de lo que venía a continuación era necesario, que ya había pasado por ahí una vez y que el amor que había creído poder sentir por él aquella tarde en su ducha, tras haber desayunado yogurth de vainilla, condición que le había dado para pasar la noche con él (extraña ficha con la que se empeñó mi infinito mundo de posibilidades en aquella época), sencillamente no era suficiente y lo mejor era regresar donde mis amigos, que ya empezaban a hacerme falta.
Sin dar explicaciones, lo llamé con un simple hey. El mismo gesto con el que le declaré mi “amor” una noche cualquiera, fue el mismo que usé para mi despedida. Esta vez , en vez de atrapar el beso que le mandaba y llevárselo directo a su corazón, dejó que el beso volara hacia el cielo y se fundiera con cualquier otra cosa en el mundo entero que en todo caso no era ni él. Yo no supe si ponerme triste o feliz.

Las extrañas fichas con las que se empeña de la vida, poco a poco se van volviendo símbolos, que a través de una serie de epifanías marcan nuestras vidas de principio a fin, y sus apariciones, las hacen poéticas o miserables, o ambas. Pareciera que cada cual escogiera la suya, se jugara la suya y la mayoría perdiera. Pareciera que hay personas capaces de quedarse vacías, o de sencillamente siempre sacar fichas muy insignificantes. Como el yogurth de vainilla.

Mirándome desde su mesa, se decidió por fin a ponerse de pie y venir a saludarme. Yo también ansiaba poder hablar con él y decirle cosas agradables, pero estaba con la hermana de mi novio y me tocó ser lo más imparcial que pude para no ir a despertar sospechas innecesarias. Él se sintió rápidamente rechazado y no tardó en irse. Me quedé sin saber su nombre, pues nunca más lo volví a ver. En mi memoria su nombre siempre será Tunesia y en la suya yo seré Colombia.

16.4.10

Una mala semana

Hoy desearía salir de este envase absurdo que me contiene y que a su vez está contenido en muchos otros envases, todos igual de incomprensibles, maravillosos y patéticos. Todos, por demás, llenos de historias y sucesos, aunque materialmente casi vacíos.

Sería milagroso escapar al flujo de tiempo que, aunque inexistente, nos resulta mortal.

Hoy pienso en la grandeza del universo y no me conmueve. Tal vez se trate de exceso de rutina.

Tengo un amante que hoy no amo, un trabajo que hoy no me gusta, una vida que hoy no quiero vivir.

Quisiera poder hacer algo grandioso, romper en dos la historia, por lo menos la mía. Me refugio en la ira silenciosa que me produce mi falta de creatividad y sigo la vida hostil que decido cada segundo, aunque más parezca dictada por un complot galáctico en contra mía y de toda la humanidad.

7.4.10

El invierno más largo de la historia

Había comenzado abril y el paisaje seguía siendo blanco. No podía distinguirse bien el cielo de la tierra, todo era como una nube, una niebla, una nieve que cubría los techos, las capuchas, los caminos, las pestañas. Pocas cosas se movían. De alguna manera, era como si hubieran puesto el mundo en cámara lenta. Yo lo veía todo desde mi ventana, mientras me tomaba una tasa de té caliente aún envuelta en la cobija. Me parecía una lástima que ese día no pudiera ser otra vez navidad.

El pronóstico del tiempo, que repetían cada media hora en la radio junto con el reporte del tráfico, anunciaba una temperatura promedio de -20 grados centígrados para el día y 40 kilómetros de tráfico por la autopista A 40. Eran las nueve de la mañana y apenas había luz para anunciarle al norte que había comenzado un nuevo día.

Pajarillos confundidos morían de terquedad o huían despavoridos sin encontrar explicación.

Yo me había puesto como meta que una vez pasara el frío, iría a recuperar a mi amor.


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Cuando mayo comenzó, ya todo se había tornado gris. Mi ánimo parecía adaptarse al color del paisaje. Había hielo y pantano en todas partes, me reía de la gente que caía al piso sin remedio. Los días comenzaban cada día más temprano, pero la temperatura no se comportaba como de costumbre. Algunos culpaban al cambio climático. Se hablaba de sequías y calores extremos en el sur. Otros especulaban sobre el 2012. Yo no tenía suficiente dinero para pagar la cuenta del gas y aún menos valor para apagar la calefacción. También me preocupaba él, cada día que pasaba era un día más de distancia entre los dos. Había roto una promesa hecha con el corazón, pero dentro mí, todo estaba congelado, incluso el tiempo.

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Junio fue el mes de los pero. Tuvo algunos días de sol que lograron secar las calles, pero la temperatura nunca superó los 5 grados. Todo el mundo estaba ansioso por deshacerse de las chaquetas y mostrar su piel, pero aparte de algunos osados con catarro o finlandeses, nadie lo logró. Salí un par de días a mover las piernas, pero aún temblaron de frío. Había una rabia generalizada por el clima. No se podía culpar a nadie, por lo que todos eran culpables. En el tren no se oían voces, tan sólo el desesperado tic tac de las suelas de los zapatos térmicos. Los cuerpos que caminaban en direcciones contrarias chocaban sin inmutarse, sin siquiera levantar la mirada. Los periódicos y tabloides abandonados en estaciones seguían pronosticando mal tiempo. El país entero había perdido la esperanza.

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La temperatura máxima de Julio fueron 13 grados, que permanecieron tan sólo 4 ó 5 días. La lluvia inundó pueblos enteros sin dar tregua; madrugaba y trasnochaba con el sol de verano que no calentó. Pocas flores florecieron. No se vieron minifaldas.

Cuando comenzaron las vacaciones, todo el mundo viajó al sur. Recibí postales de amigos que se refugiaron en islas tropicales y vi fotos en facebook de otros viajando bajo el sol. En las noticias hablaron del boom económico de los estudios de bronceado.

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En agosto, nuevamente esperando impaciente por la ventana el cambio de estación, colmé mi paciencia y decidí huir como otros tantos. Bastó con cruzar la frontera italiana para dejar las nubes y el viento helado atrás y ver tras tantos meses un cielo interminablemente azul y colores resplandecientes en cada ángulo. Venecia estaba tan llena de turistas como siempre y las góndolas se mecían sobre el un agua, que brillaba como en un Lorraine. Recorrí las mismas calles y canales que visité alguna vez con él. Me hospedé en el mismo hotel, en la misma habitación, busqué inútilmente su olor entre las sábanas y comí los mismos platos en los mismos restaurantes. Regresé a contemplar La Tempestad por horas como aquella primera vez, compré maíz para alimentar las palomas de la Plaza de San Marcos. Una vez más hice la siesta en el vaporetti y, al despertar, bajé a comprar cristales en Murano y a tomar fotos de puentes y fachadas.

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A mi regreso, me encontré con un septiembre, que si bien fue el mes más cálido del año, no superó los 23 grados Celsius. Algunos rayos de sol permitieron que brotaran de la tierra algunas frambuesas y bicicletas. Fueron días que me hicieron recordar la primavera que esperé en vano en abril y la promesa que nunca cumplí. Para fines de mes, el festival de la cerveza había embriagado a la población al punto de olvidar que había acabado el verano que nunca comenzó. A partir de entonces comenzó un otoño que rápido se confundió con un nuevo invierno, acaso el mismo.

25.3.10

Sueños dulces.

Siempre me ha aterrado como todos los demás pueden ser tan indiferentes a la vida. La vida como suceso misterioso e inexplicable. Igual de inexplicable que la estúpida especie humana que se estanca en rutinas sicológicas que en televisión se llaman telenovelas. Mientras ellos trabajan en bancos y piensan en carros y tetas o pipís, yo sigo tan fragmentada como en la infancia, incapaz de mantener historias, tan incongruente ante los demás, intentando comprender por qué los demás corren por progresar mientras yo sólo quiero detenerme ante el todo a gritar por qué. Y el grito se convirtió en furia, la mirada se llenó de reclamo y me quedé esperando compensaciones que nunca llegaron. Así me hice vieja, sin darme cuenta que corría al ritmo del capitalismo, como también lo hicieron todos, buscando huir de nosotros mismos y no encontrándonos más que nuestro pequeño mundito de siempre, porque el mundo es un pañuelo, lleno de mocos.

En mi cabeza existe un universo onírico tan loco como el de la Alicia de Tim Burton. En el último que recuerdo, que fue el fin de semana, estaba escapando de un mal que entraba en todo como el agua y mi único refugio era un pequeño y estúpido baúl donde iba a morir de todos modos, asfixiada. Mi terapista dice que debo interpretarlo y yo mientras tanto me pregunto públicamente (que va que público, si esto no lo lee nadie) por qué es que no puedo escapar de mi estúpido querido diario y por qué a este blog no viene nunca nadie.

La vida falaz de l. La antitragedia.

Qué debemos hacer con el estúpido querido diario? Mandarlo a la hoguera y que arda hasta la muerte y si no revive es porque no era santo. O debemos decapitarlo por significar alta traición a la causa? Mejor torturémoslo hasta que nos cuente la verdad! O Peor aún, atormentémoslo con aquello que lo hace más vulnerable: démosle una dosis de amor a ver si nos cuenta por las buenas. No más pesadillas, sólo sueños dulces.

Ha empezado una nueva vida. Y no tengo ni idea si va a ir bien o mal, pero por primera vez tengo la intención de hacerlo, no bien, sino de la mejor manera.

Me impresiona cómo cambiamos para convertirnos en personas nuevas y cómo decidimos quiénes somos ahora sin importar lo que antes se fue. Sostener caracteres por orgullo y más si ha sido una mala experiencia para todos, es la tontería más grande. No hay que hacerse la vida más difícil de lo que ya es. Conocemos grandes hombres pero no sabemos cómo convertirnos en ellos, ya que la imitación no es una opción, en el mundo del arte sólo es válida la inspiración. Por el talento y trabajo que implica ser genial, nos refugiamos en lo fácil y eso explica por qué nos convertimos en una especie gorda e idiotizada.

Y aunque esta idea me revuelque las tripas, debo convivir con esa realidad que no está afuera, sino que hace parte de mi vida y que entra de todos modos y moja mi querido diario, que si uso como refugio, sólo voy a asfixiarme en él. A lo mejor lo pueda usar como flotador en vez de como cabina de resistencia. A lo mejor en vez de mal, se trata tan sólo de agua, puedo nadar y todo va a estar bien, incluso si me ahogo, como todo el mundo tendrá que hacerlo también porque lo único certero es la muerte.

No me gustan las historias cerradas. La vida se ha dado en un universo donde las historias no terminan, sino que escapan por puertas misteriosas que van a otro mundos donde las cosas podrían ser totalmente diferentes, o prácticamente iguales, o ambas a la vez.Dondé están estos otros mundos? Acaso en el lugar al que tiene que ir en segundo splin del electrón? ¿Y por qué siempre termino pensando en esto?

23.2.10

Carta de Presentación

Voy manejando rápido por la autopista de la ciudad, tan rápido como puedo. Creo que debería dejar de jugar con el azar. Debo canalizar mi furia contra algo productivo, no contra los seres humanos, los desconocidos pero no por eso insignificatntes. Debo recordarlo, un seguro no va a salvarme de la tragedia. Pero en vez de ser prudente, es como si en el carro saliera corriendo fuera de todos, dejándolos atrás con mi imprudencia, que termina siendo putamente eficiente, infalible, como si tal cosa fuese posible, pero no y aún así yo paso de todas esas historias que tienen las calles, los carros, la personas, los puentes: todo, sin dedicarles siquiera una mirada, porque solo puedo pensar en mí o porque sencillamente prefiero no contar lo de los demás, ni siquuera mi propia historia, tan sólo un periodo tan fragmentado, como lo puede durar una misma identidad, antes de cambiar a una siguiente fase en la que importan otras cosas, y que a medida que se transcienden una a otra en el mismo cuerpo, en la misma vida, pierden todo significado y se resignan al olvido. Entonces para qué tanto esfuerzo en recordar la historia, pueden hacerse otros sentidos de memoria.

El lenguaje avanza en la medida que pierde peso y alcanza la simplicidad, la efectividad perfecta. Entonces termina por convertirse en binario y así resulta prácticamente universal. Luego está el caos, el otro, el inconsciente, el que es difícil de conocer, porque sólo deja huellas a la interpretación, habla un lenguaje tan extraño, que no te queda la certeza de que alguna vez fue lo mismo para ambos. Y aún así, funciona como un amor perfecto, un balance, una duplicidad extraña, caótica, enferma.El uno no puede vivir sin el otro.

Algo triste es que todo lo aprendimos de la naturaleza, gracias a descubrimientos que ella nos regaló. Pero hoy preferimos hacerlo todo nosotros mismos y para ello es necesario que muera la madre, así que vamos a matar el planeta que nos dio vida. Eso es la ley natural? No es pues que se supone que no hay que seguir la ley "natural"?, entonces en qué estamos aplicando nuestros propos principios si no es en nostros mismos? Nada tiene sentido, nos inventamos como opción de “desarrollo ” un saber llamado ciencia, que se supone es el conocimiento verdadero, pero en vez de comprender su entorno como un todo, lo ve como partes y partículas y desde ahí opera. En vez de buscar la conviencia busca la muerte de la madre naturaleza, aunque ésta no parece estar presta a morir aún y menos de muerte natural. Tan sólo quiere transformarse en un ambiente hostil, y nosotros alimentamos permanentemente su deseo. Entonces nos autocompadecemos de los desastres que sufrimos para poder matarla resignadamente, como si tratara de autodefensa legítima, olvidando que somos parte de ese todo, obviando que no somos dioses ni inmortales e ignorando que todo lo que sabemos, lo aprendimos de ella: toda la inspiración, el asombro y la belleza, inclusive el horror!

Lo increíble, es que aunque piense todo este tipo de basura mientras manejo rauda y veloz por Medellín, esté aún con toda mi atención puesta en la actividad mecánica que implica. Esa es otra ventaja de mi super poder: prestar atención en piloto automático. Sin embargo, debo confesar que la destreza suprahumana que he desarrollado fue a causa de mi torpeza inicial. Pocos saben que así comenzó a manifestarse mi don de heroína. La necesidad de remediar las consecuencias de mi amotricidad original me llevó a pulir la velocidad de reacción y movimiento y así lograr hacer maniobras de última hora que la gran mayoría de seres humanos no logran ni siquiera pensar. De esta manera, me convertí en una super heroína de los reflejos y por ende de la manejada por Medellín. Bueno, Medellín es un decir, una quinta parte de Medellín, y eso que en realidad le coqueteaba a Envigado. Pero Envigado se esfumó a un mundo paralelo y goodye ruby tuesday. Ahora he incursionado en nuevos territorios. Aún así sé que cuento con mi súper poder de, en el último suspiro del momento, llegar al objetivo justo a tiempo e impedir lo inevitable de la nada. Hoy en día puedo hacerlo con todo, pero antes, mientras amaestraba mi don, no, ni siquiera podía evitar mi propia torpeza. Y era tal la necesidad de dejar de hacer daños y diabluras, que terminé por desarrollar una observación tan atenta al hecho, al punto que justo en el momento del desastre en mi cabeza todas las piezas se mueven cámara lenta, algo así como en high definition. Así llegué a dominar el arte del perfect timing.

Lo frustrante de mí es que soy súper heroína sólo de mi misma, anónima. Nadie más se beneficia de mi don, así como nadie quiere montarse en un carro conmigo si manejo rápido. Vivo mis excentrecidades en mi imperio de un solo hombre. Mi one man show. Se supone que soy la l. del limbo, de la libertad:

16.2.10

Borrón y cuenta nueva

He decidido que ya no quiero ser escritora. Ese ya no es mi sueño, no puede serlo. No soy buena contando historias, admitamoslo de una vez. Tampoco soy una maestra del querido diario como Proust (el timbre del teléfono en una casa vacía). Hello, is it anybody out there?

5.2.10

si lo voy a hacer, va a ser en serio

La ciencia de escribir en un querido diario es hacerlo seguido. Y como ya decidí que este blog se va a convertir en mi estúpido querido diario, voy a tomarmelo en serio. Más entradas con menos contenido.

Es viernes, son las 10:30 p.m, estoy en pijama, enferma. Mi novio debe estar en algún lugar, en todo caso no en facebook. Estoy dibujando-pintando-escribiendo una historia en una especie de moleskine chino que me regaló Héctor Abad Faciolince hace dos o tres años y cuya primera y última consigna la hice ya más de uno. Copias de Egon Schiele que hoy parecen un retrato de mi ex dando la espalda a los personajes de "en busca del tiempo perdido", más exactamente la duquesa de Guermantes y Albertine. Cuando lo hice no tuve esa intención, pero ahora lo veo ahí, así que esta noche he decidido hacer la transición a un nuevo capítulo, también del pasado. La historia del planeta paralelo de papel maché y la nave espacial de lulú, que viaja constantemente entre los dos mundos. Hice lo que pude con colores y carboncillo, pero me faltan las témperas. Están perdidas. No las he usado hace ya más de un año, desde que nos pasamos a este apartamento. Creo que se perdieron en el trasteo. Parece que los trasteos conllevan grandes pérdidas en mi vida.

Cuando haya avanzado más en el dibujo, pienso escanearlo y publicarlo por partes. No soy una súper dibujante y mucho menos pintora, pero algo me dice que va a quedar lindo.

4.2.10

Desilusiones

En "En busca del timpo perdido", el personaje principal se enfermaba porque era un niño sensible que necesitaba recuperar todo el amor que sentía por cada cosa descubierta en su primera infancia. Luego, más grandecito, se escudó tras su enfermedad, para refugiarse del dolor que le causaba entregar tantos sentimientos para casi siempre salir herido. Él se tomó en serio cada edad y por eso sudescripción de cada etapa de la vida es tan maravillosa. Yo también me la paso enferma, pero para frenar el ritmo acelerado con el que quiero hacer las cosas. Y no sé si ese ritmo es bueno o malo. Si soy proactiva o una loquita curiosa. Si parezco un disperso pero exitoso colibrí o resulto lamentablemente confusa, como la niña perdida que a veces se me sale. Es un asco tener que tener un estúpido querido diario online.

Voy a contar la historia completa. Empezó cuando cumplí 5. Kinder. Uno de los regalos que me dieron fue mi primer estúpido querido diario. Era amarillo pollito desvanecido, pequeño, con un candadito de llave simple, algo romántico aunque endeble. En todo caso me gustaba que fuera él quien guardara mis potenciales secretos. Tenía un diseño de márgenes que hoy puedo designar pseudobarroca (creo que ahí empezó mi obsesión con lo pesudo, con el halfway y todo eso me llevó a la búsqueda del equilibrio, del justo medio, y entonces fue que me perdí).

Esta Laura pequeña –hoy tan distante-, llevaba ya muchos días, -imposible calcular hoy qué tantos realmente-, pensando qué escribir en su diario, ella realmente no sentía tener secretos interesantes que contar, ni se le ocurría mejor idea. Entonces le preguntó a los grandes y le dijeron que podía hacer un resumen del día o escribir ideas que se le ocurrían o expresar sentimientos sobre cosas. Ninguna de las anteriores le gustaba. La niña quería historias dignas de ser contadas, cosas apasionantes, tal y como sentía que era y debía ser la vida. Pero no encontraba las palabras. Tampoco consideró que sus maldades merecíeran ese espacio, pues no quería quedarse en lo jarto, sino por fin dar rienda suelta a esa minidiva que sólo se atrevía a mostrar a sus muñecos, todos conformando un público que la escuchaba y miraba todo el tiempo. Y así pasaron más días, hasta que tras un silencio y un blanco en las páginas que le pareció insoportable, la niña se decidió a comenzar su primer querido diario con un sueño.

Todavía recuerdo algunas imágenes de aquel sueño. Era grande y acaso eso era lo único que me importaba, lo único que a esa edad quería: salir de mi cuerpo enano e ignorante y ser una mujer grande en todo sentido. Finalmente crecí fiel a mis deseo (siempre ten cuidado con desear algo que pueda hacerse realidad).

-Me ha conducido mi sueño de la infancia a la felicidad?
-No, en absoluto.
-Soy feliz?
-Podría ser mucho más pero no sé si me interesa.
-Qué es lo que más resalta de mi persona?
-Hay un empate entre dientes y tetas.
-Estoy buena?
Vestida mucho mejor que sin ropa, para ser muy sinceros.
-Vanidosa y mimada?
-Como un putas.
-Competitiva y agresiva?
-Sí y que pereza, yo no quiero ser así.
-Creo que tengo problemas de autoestima?
-En absoluto.

Me adoro y pongo por encima que cualquier otra cosa en esta tierra, justamente eso es lo que trato de cambiar, el problema no es de autoestima, sino de hiperactividad, tal vez a mis 29 años necesite un descanso. Tal vez por eso es que me enfermo y no por una sensibilidad que definitivamente no es cosa de otro mundo (será la hora de empezar a creer en mí? Eso existe o es un cuento hollywoodense?) y tomarme la vida como lo haría un humano. Mi enfermedades no tienen nada que ver con Marcel Proust, ya ni sé por qué vino al caso.

Pd: en el sueño no solo estaba grande, sino que ya tenía un amante y estábamos navegando en un barco grande, en medio de una tormenta nocturna que más que asustarme me dio la oportunidad de hacer un drama de amor. Acaso mi primer drama de amor. Cualquier parecido con hollywood es pura concidencia.

Pd 2: whay are you so angry? Porque miro alrededor y no encuentro que lo que veo sea lo mejor que podemos hacer como seres humanos y por ende no confío en las instrucciones ni reglas de nadie. Yo experimento todo y creo muy poco en lo que para los demás es obvio, así me equivoque muchas veces. El cuerpo es la medida del hombre. Y el principio de incertidumbre es su nuevo límite. Muy terca? Ojalá cada vez menos y más en lo cierto. O que va, sólo menos terca, bienvenida la ignoracia, bienvenida la incertidumbre. Voy a apagar el control. Al menos por hoy.

Pd3: despúes de ese querido diario, vinieron otros. Cuando regresé a Colombia a los 16, por exceso de equipaje, me tocó mandar cosas en una caja, entre ellas todos mis diarios y fotos. La caja llegó al país y la Dian me mandó una carta diciendo que tenía que pagar más de un millón de pesos en impuestos (era 1997) y hacer la vuelta personalmente en Bogotá. Yo era menor de edad, mi papá tenía que acompañarme. Por donde se le viera, costaba más la vuelta que la caja. Mis papás me dijeron que me despidiera espiritualmente de mis queridos diarios. A partir de entonces mis diarios se volvieron estúpidos.

27.1.10

El nuevo año debería ser como esta hoja en blanco, listo para llenarse con lo que quiera, con lo que escoja. Pero no es así, arrastra tras sí mucho pasado. Acaso demasiado.

Comienzo con mucho entusiasmo y no me abandona la idea de que a medida que avanzo pierdo fuerza. Tal vez sea mi impresión, tal vez la lectura acertada de la realidad. Soy una pseudo y lo más sensato (antipseudo) que puedo hacer es admitirlo. Soy una pseudoartista, una pseudoprofesional. Y si no fuera porque su significado real es máscara -y por lo tanto tautológico o redundante- podría hasta decir que soy una pseudopersona.

Lo cierto es que ando con la cabeza muy alta, vanagloriandome por saber cosas que no solamente ni puta idea, sino que por qué tanto orgullo saberlas? De verdad importa tanto? Y si alguien es muy bonito yo le encuentro lo feo, y si alguien es muy inteligente lo saco a bailar reggaetón o si alguien baila muy bien yo le hablo de física cuántica. No es que sea rebelde, no. Durante muchos años en esa etiqueta ha estado escondida la mentira, pero ahora lo sé: no me interesa llevar la contraria, sino que no me gusta competir en la misma categoría que se me propone, sino que para defenderme, para llevarme el punto con lo que sea, salto a la linea opuesta, cambiando de pseudo a pseudo, con tal autoridad en la voz y la mirada, que hasta termino por creerme mi mentira.

Y aquí me tengo, en el lugar que me merezco. A veces sospecho que hay algo que lo sabe todo, que conspira, pero ante la imposibilidad de comunicarse regreso a mi mediocre escepticismo. A mi seguridad terrenal. A lo pseudo.

Este año cumplo 30. Vivo con mis papás, no aporto ni medio centavo a los gastos familiares y aún así mi sueldo no me alcanza para satisfacer mis falsas necesidades y mi cuerpo enfermo, hedonista. Suena horrible, las palabras hacen milagros. La verdad es que es una vida maravillosa la que tengo, pero parece que mis 29 por fin indicarán el fin de mi infancia (poco a poco me acostumbro a que en la calle me digan señora, en especial los niños y jóvenes), debo aceptar que es una transcisión obligatoria, no hay más lineas paralelas, opuestas, a donde saltar. La brecha entre la artista y la profesional se cierra mientras mi verdadera identidad, muy escurridiza, se deja ir por el abismo de aquella brecha. De tanto buscarme, me encuentro en cuanlquier parte y por ende en ninguna.

Quisiera poder contar esto mismo en un cuento, en voz de un personaje ficiticio, pero estoy muy ocupada de mí misma como para poder abandonarme. Intento quedarme por lo menos callada para no fastidiar, pero soy una profesional del fastidio (y eso ya lo había escrito antes, aunque no en este blog). Parece que este año habrá querido diario para rato. Sin embargo, daré una tregua. Mi próxima publicación será un cuento (viejo, desde luego). Eso lo prometo.